miércoles, 26 de octubre de 2011

El silencio editorial. Censura económica en la democracia

Reportaje


En la democracia la censura económica y el silencio editorial son una de las formas más invisibles de acallar los discursos críticos. 'Hay alternativas' de Juan Torres, Alberto Garzón y Vicenç Navarro; 'Traficantes de Información' de Pascual Serrano y el excrítico literario de El País, Ignacio Echevarría, son unos de los ejemplos de estas prácticas



La entrada de ayer contiene una pequeña reseña sobre el libro Hay alternativas de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón en la que se recoge la peculiar, pero no nueva circunstancia, del silencio editorial que ha sufrido la obra por parte de la editorial Aguilar. Esta editorial, perteneciente al conglomerado mediático de PRISA, se interesó en su día por publicar la obra de los tres divulgadores económicos según afirma Alberto Garzón en su blog. Los autores aceptaron la propuesta, sabedores de que si una gran editorial se encargaba de lanzar este mapa-guía sobre la situación económica, su difusión sería mucho mayor que reducirlo a una pequeña editorial. El proceso siguió su curso e incluso Aguilar comenzó a anunciar en su página web el nuevo libro como una de sus novedades para el otoño. Según afirma Hugo Martínez en su blog de Tercera Información, los primeros desencuentros entre la editorial y los autores surgieron a raíz de una cita en la que se hacía referencia al presidente del Banco Santander, Emilio Botín. Aguilar exigió que estas citas, que estas citas fueran retiradas, petición que aceptaron Torres, Garzón y Navarro, en busca de no perder la citada gran difusión que ofrecía Aguilar. A pesar de la cesión, y de que el lanzamiento del libro estuviese ya programado para el 19 de octubre, la editorial volvió a ponerse en contacto con los autores, esta vez para anunciarles que la fecha de publicación se retrasaría, según Garzón y Torres, sin ofrecer ninguna explicación. Los tres economistas entendieron esta maniobra como el rechazo de Aguilar a publicar el libro, por lo que decidieron editarlo con Sequitur y ATTAC y difundirlo en formato pdf a través de Internet.
Para comprender el porqué de esta historia solo hay que poner sobre la mesa varios aspectos y relacionarlos.
1º El libro no es solo un planteamiento teórico irrealizable, es una hoja de ruta viable hacia una economía más justa, con un mayor reparto de capital y en la que existan unas condiciones laborales de mayor calidad. Se podría decir que proponen un sistema en las antípodas del neoliberalismo.
2º La editorial Aguilar es una gran empresa privada. Como empresa privada su objetivo es buscar el mayor beneficio posible. En esta búsqueda del beneficio, muchas empresas no velan ni buscan las mejores condiciones laborales de sus trabajadores, objetivo que supondría un coste mayor para la empresa.
3º Si sumamos estos dos factores podríamos deducir que a Aguilar, como gran empresa privada, no le convendría difundir un modelo alternativo en el que su posición de poder estaría en peligro.

Este interés por acallar el discurso crítico se multiplica cuando Aguilar no se presenta sola, sino como una de las empresas que forman el conglomerado PRISA que incluye otras grandes empresas como El País, Diario As, Unión Radio (Cadena Ser, 40 Principales...), PRISA TV (Canal +) o la Editorial Santillana (donde se encuadra Aguilar y varias marcas editoriales más). El grupo PRISA tiene demasiadas grandes empresas como para fomentar otro sistema económico y, en especial, no puede permitirse publicar críticas a Emilio Botín cuando está sumergido en una gran crisis corporativa y necesita el rescate de bancos como el Santander (para saber un poco más sobre el Banco Santander y Prisa, Pascual Serrano publicó este artículo en su blog).
El caso de Hay alternativas y la editorial Aguilar no es un caso aislado, el recién citado Pascual Serrano, periodista y analista de medios, también sufrió el silencio editorial con su libro Traficantes de Información. Al igual que lo hizo Aguilar con Torres, Navarro y Garzón, un responsable de la editorial Península contactó con Serrano para proponerle que escribiera un libro sobre las empresas y empresarios que estaban detrás de los medios, una radiografía de los conglomerados mediáticos españoles. El periodista aceptó, el director editorial dio el visto bueno a la creación y, otra vez al igual que Aguilar, Península comenzó a anunciar el libro como uno de sus próximos lanzamientos. Para cerrar el símil con Aguilar, poco antes de llegar a la fecha de publicación, Península comunicó a Serrano que finalmente no publicaría el libro, según afirma el periodista porque "altos directivos y accionistas de la editorial vetaron la publicación [...] para dejar claro que ellos son los que mandan". Finalmente el libro pudo publicarse a través de la editorial Foca, pero este caso ratifica que hay ciertas empresas y conglomerados que no aceptan que se hable sobre sus entrañas o se propongan alternativas que pongan en cuestión su estado de poder.

La censura económica no solo se encuentra en las editoriales, también es la práctica diaria de los medios de comunicación tradicionales. Aunque diferenciemos entre editoriales y medios de comunicación, las diferencias en la política de estas empresas no varían mucho ya que, como hemos podido comprobar antes con el ejemplo de PRISA, los dueños de muchas editoriales, periódicos y cadenas de televisión son los mismos. Siguiendo con PRISA, y para cerrar con un ejemplo sonado en su día, explicaremos el caso del antiguo crítico literario de El País Ignacio Echevarría. Echevarría, después de llevar trabajando en El País 14 años, publicó en 2004 una feroz crítica a un libro de Bernardo Atxaga titulado El hijo del acordeonista en la que ponía en tela de juicio la calidad de la obra. La reseña fue publicada, pero como contrapartida obtuvo la publicación de varias entrevistas, portadas dedicadas al autor y otras reseñas que favorecían a la obra de Atxaga. La razón de esta respuesta se encuentra en la empresa editora del libro, Alfaguara, también perteneciente al mismo grupo que El País, PRISA. Esta circunstancia hizo plantearse a Echevarría si el ejercicio de la crítica libre era posible dentro de este sistema, dudas que se vieron agigantadas cuando la dirección del periódico le retuvo otra reseña que alababa en este caso a un libro, pero que estaba publicado por una editorial de la competencia. Este tira y afloja tuvo como resultado la salida de Echevarría del periódico (para saber más sobre el caso pulsar aquí).

Los casos de Hay alternativas, Traficantes de Información y las críticas de Echevarría, no son más que tres claros ejemplos de la incompatibilidad que existe entre la libertad de información plena y de calidad y un sistema de medios de comunicación controlado por intereses empresariales y no informativos. Como afirma el profesor de Estructura Informativa de la Facultad de Comunicación de Sevilla, Ramón Reig, "nadie descubre nada cuando dice que en una dictadura como China o Irán hay censura, lo realmente interesante es comprobar que en sociedades que enarbolan la bandera de la democracia se realizan esta práctica de una forma mucho menos visible pero igual de efectiva". Estos casos lo demuestran, no hay nada más efectivo para hacer pensar que todo está bien como callar a los que gritan que algo va mal.

1 comentario:

  1. Los bancos están detrás de cualquier cosa que pensemos. Todo el problema de la publicación comenzó curiosamente con una cita sobre Emilio Botín, creo que no hay más que decir.

    Por cierto, tengo ganas de coger por la biblioteca algún libro de Pascual Serrano, muy recomendado por buenos amigos. Un saludo.

    ResponderEliminar